
- BEST OF
Comerte el mar de un mordisco… ¡Es tiempo de Garoinada!
BEST OF
Comerte el mar de un mordisco… ¡Es tiempo de Garoinada!
Este marisco vive su momento más dulce durante los meses de invierno. Te contamos qué es, cómo conseguirlo y dónde disfrutarlo
Garoina, garota, urissos, oriços, uriços, erizo de mar, bogamarí, vogamarí… podéis llamarlo como queráis, pero disfrutarlo de una sola manera: en la Costa Brava. No hay lugar mejor para comerlas que en la playa, con un trozo de butifarra negra, un vino tinto ligero y buenos amigos. Todo un ritual del que pescadores y locales han hecho durante siglos el mejor encuentro social.

Para que puedas gozar mejor de este producto, los pueblos de Palafrugell, Calella y Llafranch organizan su tradicional campaña gastronómica: la ruta de la Garoinada. De la mano de restaurantes y hoteles de la zona, esta ruta pretende dar a conocer este pequeño placer del mar y mucho más. Restaurantes con menú degustación entre 35€ y 48€ donde podrás probar cocina tradicional de la zona y, sobre todo, las garoinas. Puedes elegir entre varios paquetes que incluyen este menú, una noche de hotel, experiencias como una salida en barco o cata de vinos, y entradas para distintas instalaciones culturales (Jardines de Cap Roig o Fundación Josep Pla, entre otros). Una experiencia de lo más completa que con noche de hotel incluida va desde los 80€ hasta 120€ por persona. La excusa perfecta para disfrutar de un día de invierno en la Costa Brava. La temporada ya está aquí, pero solo podrás disfrutarla hasta el 27 de marzo.


Las puedes encontrar cerca de las rocas durante todo el año, pero es en la época invernal cuando se pueden comer más y mejor. Una carne naranja o rojiza, suave y que se deshace en la boca. Probar una garoina es como comerse la Costa Brava de un bocado. Mar, sal, perfección. Las garoinas se comen partidas por la mitad y después de limpiarlas solo con agua de mar y mucho cariño. Una vez abiertas, puedes coger su parte roja con una cuchara y comértela de un bocado o, como prefieren algunos, encima de una rebanada de pan.

De enero a marzo, que nos sabe a poco, pero es cuando están más llenas de carne al ser su época de reproducción (no olvidemos que lo que comemos son sus glándulas sexuales, de ahí su componente afrodisíaco), el mar también está más tranquilo para cogerlas (se hace mediante inmersión submarina a pulmón) y, por si fuera poco, su captura está controlada para dejarlas crecer durante el resto del año para no disminuir su población.
Un equinodermo, animal de la misma familia que las estrellas de mar, que te sorprende en boca y te fastidia el día de playa si lo pisas por error subiéndote a una roca. Todo lo que tienen de pinchos, lo tienen de sabor. Miles de púas que a modo de cáscara conservan un gran secreto en su interior.



